Taller de lectura: Hemos leido Ancho mar de los Sargazos de Jean Rhys
Posted by bibliopiedras en junio 2, 2015
Ella Gwendolen Rees, nació en 1890 en la isla caribeña de Dominica, cuando ésta era aún colonia británica. Hija de padre galés y madre criolla proveniente de una familia de propietarios de plantaciones de caña, vivió de primera mano la emancipación de los esclavos africanos, la caída en desgracia y el empobrecimientos de muchas familias de origen europeo y los vaivenes del postcolonialismo. Además, de forma personal, tuvo una infancia en la que se sintió abandonada y rechazada por su madre, lo que le marcó de por vida. En su biografía un alcoholismo que nunca pudo superar, varios maridos, los hombres siempre como apoyo y sustento económico, una preocupación constante por el dinero y la apariencia y la fama tardía gracias a una obra, Ancho Mar de los Sargazos, considerada habitualmente una de las mejores novelas en habla inglesa del siglo XX.
Ancho mar de los Sargazos se publicó en 1966 y supuso el reconocimiento de su autora, que tras cinco novelas editadas había desaparecido de la escena literaria. La obra parte de una idea ciertamente original, profundizar en el personaje de Antoinette Cosway, la primera señora de Rochester, el enigmático personaje de la novela Jane Eyre de Charlotte Brontë. El juego literario es interesante pues el personaje, la esposa loca que vive encerrada en una buhardilla y termina provocando un incendio y suicidándose, apenas queda esbozado en la novela decimonónica, lo que dejó libertad a Jean Rhys para reconstruir su pasado.
Repleta de elementos autobiográficos, la autora construye un personaje desgarrador, una protagonista a la que la falta de amor, las penurias y los momentos dramáticos que vive en la niñez provocan una continua inseguridad y una persistente sensación de melancolía y de soledad. De alguna manera opuesta a Jane Eyre, quien con una infancia tan terrible o más que la suya, sale adelante por su carácter animoso y luchador, Jean crea un opuesto, una antiheroina, un personaje muy real y reconocible, un personaje que tenía mucho de sí misma, arrastrado a la autodestrucción desde la niñez.
Antoinette se aleja de quienes podrían aportarle felicidad por la falta de autoestima, por las trabas sociales que encuentra y por el fuerte patriarcado que le despoja de todos su bienes y hasta de su nombre. Como una marioneta, como una muñeca, la joven siente que no puede controlar su destino y se deja llevar en una caída hacia el infierno. Antoinette sufre además el desarraigo del que tiene que vivir entre dos culturas, ama la isla y al mismo tiempo teme a su gente, lucha por pertenecer a un lugar, y es el hecho de que acaba siendo arrastrada fuera de ese lugar lo que al fin la conduce a la locura.
Toda la peripecia vital de los protagonistas parece, al mismo tiempo, una metáfora de la situación política y social. Si Antoinette y su madre representan el complejo mundo criollo, el esposo es el colonizador que quiere sacar todo lo que puede de la isla pero que nunca llega a amarla, y Cristophine, otro personaje magnífico, la esclava que poco a poco, con fuerza e inteligencia, va tomando las riendas de su libertad y su futuro. Junto a ellos los criados, el pueblo caribeño, también entre dos mundos, ignorantes y poderosos, pobres pero sanos, perpetran la venganza de su pueblo: insolentes, violentos y atados a la magia y el misterio poco a poco van tomando posesión de la tierra.
Destaca en la novela su estilo absolutamente contemporáneo. Los juegos estructurales con cambios de narrador, el lirismo con el que sabe recrear con fidelidad el ambiente, la exhuberancia, el calor, la belleza del paisaje, así como los estados de ánimo de los personajes. El tratamiento avanzado a su tiempo de muchos temas, y una prosa que no ha envejecido otorgan a la obra un enorme valor.
En una época en la que la mujer pertenece a los hombres (hasta 1880 la mujer se consideraba posesión de su padre, su hermano o su marido), y ni siquiera tiene derecho a un nombre (Antoinette es rebautizada como Bertha, Ella Gwendolen con el nombre de su marido, Jean, y con el apellido de su padre escrito con otra grafía), en una época en la que los pueblos colonizados se levantan contra sus opresores, Jean Rhys, conocedora de primera mano de lo que sienten los sometidos, escribe una obra, que sí es un alegato a favor de la libertad, pero sobre todo un lamento sincero y desgarrador y una mirada comprensiva hacia los que sufren, hacia los que no saben como afrontar las penalidades de la vida, hacia los que no pueden luchar o no saben como hacerlo.
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«No puedo decir que me gustó pero me gustó leerla». Esta opinión de Ana Fernández fue quizá la que puede resumir lo que sintieron, en general, los lectores del Taller de lectura ante esta obra.
A algunos les gustó mucho pero a otros les resultó difícil identificarse con el personaje principal, no reconocieron en este Rochester al de la novela de Charlotte Brönte o no consiguieron interesarse por los personajes o la historia. De todos modos, todos reconocieron que la novela tiene sustancia y trata temas sugerentes.
Obras relacionadas:
– Jane Eyre de Charlotte Bronte: obra de la que es precuela.
– Pequeña isla de Andrea Levy: el derrumbe del Imperio Británico desde el punto de vista de los jamaicanos que emigran a Londres.
– La mujer de blanco de Wilkie Collins
Películas:
El gran mar de los Sargazos: película de 1993 basada en la novela.
Wild Sargasso Sea: Serie de la BBC
La novela también nos hizo recordar, por el carácter trágico de sus personajes femeninos y por rasgos similares de la trama, dos excelentes dramas psicológicos de los años cuarenta: Luz que agoniza (Gaslight) de George Cukor, protagonizada por Ingrid Bergman o Rebeca de Alfred Hitchcock con Joan Fontaine y Laurence Olivier.
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