Aldo Rossi es italiano aunque por su trabajo ha viajado por todo el mundo. Los últimos años ha vivido en Salinas y en breve volverá a Italia. Antes de irse, puesto que no puede llevarse tan lejos todos sus libros, ha decidido donar una gran cantidad a la biblioteca. Libros recientes, interesantes y en perfecto estado, una donación fantástica que en estos tiempos de crisis viene muy bien y que desde la biblioteca le agradecemos un montón.
Aldo, sabemos que sueles comprar un libro a la semana ¿Lees cincuenta y dos libros al año? ¡Muchísimo!
Bueno, la verdad es que el año pasado sólo cuarenta y seis. Si un libro es muy largo se me estropea un poco la estadística.
Eres entonces un lector compulsivo ¿Cómo crees que llegaste a ser tan lector?
En ser tan lector seguramente tuvo mucha influencia mi padre. De niño mi familia era una familia pobre, una familia obrera, pero él se ocupó de enseñarme a leer y a escribir. Desde niño tuve interés por aprender, practicaba intentando leer los carteles publicitarios en la calle. Luego, por ejemplo, en Navidad y Reyes, como en mi casa no había mucho dinero, sólo podía tener un regalo y ese regalo era siempre un libro. En aquella época me fastidiaba no poder tener un juguete como los demás pero ahora entiendo por qué lo hacían y me doy cuenta de que esto también influyó en como soy ahora.
¿Y qué crees que te aporta la lectura?
La lectura se adecúa muy bien a mi forma de ser, a mi curiosidad innata. Me gusta mucho viajar. A los veinte años empecé a trabajar en un barco crucero para pagar la universidad. Así empezó mi gusto por conocer otras culturas, también por conocer a otras personas, hablar, escuchar. Más tarde, por mi trabajo, también he viajado por todo el mundo y mis viajes no han sido turísticos o de vacaciones sino que he conseguido entrar en la vida real de las personas, comer con ellos, vivir con ellos y también crear relaciones de alguna manera duraderas con gente de todo el mundo.
En esta necesidad de conocer y de aprender la lectura me aporta muchas cosas. Para mí la lectura es la base fundamental del conocimiento de una persona y con la lectura puedo completar lo que no conozco, completar la visión que tengo de lo que voy descubriendo a través de mis viajes y de mis experiencias. La lectura es un tema de búsqueda personal.
Lo que veo y lo que leo también me lleva a preocuparme por cómo va el mundo. Quizá sólo con mi curiosidad o mi conocimiento no pueda transformar la realidad pero al menos quiero ser consciente de lo que sucede a mi alrededor. Cuando era más joven aún pensaba que las cosas se podían cambiar. Ahora mismo, sin embargo, soy pesimista con las nuevas generaciones porque veo mucha pasividad, no veo ilusión, creo que es difícil que el mundo mejore. Aunque a mi hija, por ejemplo, he intentado contagiarle también ese entusiasmo.
¿Qué lees y como eliges tus lecturas?
Leo sobre todo novela y me inclino por libros que no sean sólo éxitos comerciales. Me interesa la literatura internacional, de todo el mundo, y me gusta buscar cosas nuevas y variadas. Todas las semanas voy a Oviedo y visito una buena librería, no suelo ir con información a buscar algo concreto sino que ojeo y cojo cualquier libro que me llama la atención. Me guío por las solapas y la contraportada, las críticas que aparecen en el libro y si esas críticas son de una fuente fiable (un buen crítico, un buen periódico). Normalmente suelo acertar, parece que ya sé elegir lo que me gusta. De los cuarenta y seis que leí el año pasado sólo uno o dos no me gustaron.
También, a veces, me obligo a leer en otro idioma. Hablo cinco idiomas y la lectura me sirve muchísimo para aprender vocabulario que no podría aprender sólo con la conversación.
¿Y qué libros y autores son tus preferidos?
Soy muy malo con los nombres y los títulos, se me olvidan. Sin embargo el contenido de los libros se me queda grabado. De todos modos hay autores que me encantan, autores de los que lo he leído todo como Gabriel García Márquez, Isabel Allende o Murakami. También los clásicos rusos, Dostoyevski, Tolstoi, pero es que me gusta todo lo ruso, no sólo la literatura, el país, la gente, me gusta mucho.
De la literatura española también me interesa, por ejemplo, Javier Marías.
Pues me gusta Niccoló Ammaniti, Paolo Giordano (para ser muy joven escribe bien), Chiara Gamberale.
De lo último que he leído recomendaría el de Roberto Saviano, Cero Cero Cero, que me parece que tendría que ser obligatorio en el bachillerato, pues es un libro que explica muy bien como funciona el mundo de verdad.
¿No utilizas las bibliotecas? ¿Las has utilizado en otras épocas?
Ahora prefiero comprar los libros, pero cuando era joven sí he pasado mucho tiempo en bibliotecas. Decía que iba a estudiar y en vez de eso me dedicaba a leer. En aquel tiempo me gustaba leer a Freud, Jung, me interesaba la psicología, el teatro, la vida de los músicos. También participaba en las actividades que se organizaban. En mi pueblo, que tenía unos diez mil habitantes, más o menos como Piedrasblancas, las actividades para jóvenes las organizaban la iglesia y la biblioteca. En la biblioteca participé en un grupo de teatro y en otro que se dedicaba a la recuperación de música popular, también me interesaba la proyección de películas.
¿Qué piensas que podría hacerse para fomentar la lectura entre niños y jóvenes?
Para los niños, lo fundamental es lo que hagan los padres. Ofrecerles libros y no comprarles la tableta tan pronto. Para los jóvenes la tarea es de los padres pero también de la escuela, aunque no sé si los profesores son capaces de empujar a los jóvenes a la lectura, quizá la escuela tendría que proponer lecturas más actuales.
¿Utilizas el libro electrónico?
No. Uso las nuevas tecnologías pero no me interesan demasiado. De hecho tengo un teléfono normal. No sé si el libro electrónico va a ayudar al hombre a dejar de deshumanizarse, porque a veces me parece que el hombre se está convirtiendo en un animal.
Los libros me encantan como objeto, me encanta verlos, son parte de mi casa, como las fotos de mis viajes, son parte de mi vida. Intentan convencerme de que el libro electrónico es cómodo pero no me interesa. Incluso cuando viajo me llevo mi libro de papel o lo compro en el aeropuerto. Me gusta subrayarlos y sobre todo, algunos, los libros de los que nunca me podré desprender, releerlos. Porque en un libro, leído diez años después, vuelves a reconocerte, tú has cambiado y al leer el libro prestas atención a cosas distintas, recuerdas la historia pero eres capaz de percibir otros detalles.
Para finalizar, tenemos que darte de nuevo las gracias por la donación.
No hay de qué. Para mí es un placer poder compartir con otras personas las lecturas que me han gustado.