

Märta Tikkanem (Helsinki, 1935), poeta finlandesa en lengua sueca, es autora de un libro que no nos cansaremos nunca de recomendaros: La historia de amor del siglo.
El libro, publicado en 1978, iba a convertirse en uno de los poemarios de mayor éxito de la historia de país y ha sido traducido a un gran número de idiomas. Marta cuenta a través de estos poemas la relación de la autora con su marido, el exitoso escritor y artista gráfico, Henrik Tikkanen, cuyo amor se ve dificultado por el alcohol y la mentalidad posesiva y egoísta de él. El libro es una auténtica confesión y la historia de un amor destrozado. Los poemas reflejan los problemas cotidianos, los conflictos que el alcoholismo causa a la familia, el maltrato físico y psicológico, el deterioro de lo que fue la historia de amor inicial, el apoyo, comprensión y consuelo que recibe la protagonista de otras mujeres y finalmente la toma de conciencia de su identidad como ser humano, con vida propia. Del poemario se han hecho diversas versiones escénicas en Finlandia, Suecia y otros países. En Alemania se ha representado en más de 50 teatros.
…………………………..
Al principio se tiene una sensación agradable
francamente vertiginosa e incomprensiblemente
maravillosa
de que a pesar de todo también hay gentes
que ven detrás de la fachada
que saben
y se dan cuenta
Pero después todo se vuelve
todavía más difícil
Luego viene la pregunta:
¿Por qué no te vas?
Infinidad de veces he estado a punto
de marcharme
si este periodo no es
el último
entonces me voy
si los que van a pagar el pato
son los niños
entonces me voy
si además empieza
a mentir
entonces me voy
y si alguna vez me pone la mano encima
a mí
entonces me voy
cuando los niños
ya no puedan más
entonces sí tengo que irme
Y todo eso pasó
Sin embargo no me fui
¿Por qué?
…………………………..
Guárdate tus rosas
quita en cambio
la mesa
guárdate tus rosas
miente en cambio
un poco menos
guárdate tus rosas
escucha en cambio l
lo que te digo
quiéreme menos
ten más fe en mí.
¡Guárdate tus rosas!
…………………………..
Estaba sentada junto a mi madre
teniéndole la mano
cuando estalló su mirada celeste.
En ese instante yo le prometí
que yo nunca diría como ella:
No me permitieron
Lo que diré
si tengo que hacerlo es:
No he hecho.